México vive un momento oscuro. La ola de violencia y crimen que ha arrasado casi todos los rincones del país ha cobrado la vida de decenas de miles de personas en los últimos años y ha marcado a millones más. Las noticias de violencia endémica, comunidades desgarradas y tragedias impunes se han vuelto cotidianas. La situación no es sostenible, ni debería serlo. Así piensan cientos de mexicanos ejemplares, quienes, como los que se retratan en este libro, han resistido y respondido a esta violencia.
El 22 de junio de 2016, bajo los auspicios del Senado de la República y El Colegio de México, ciudadanos, activistas, académicos, funcionarios públicos y legisladores se reunieron en el Foro de Líderes Sociales por una Cultura de Paz. En aquel foro se presentaron diagnósticos, ideas y perspectivas para entender la violencia en diez de los estados más violentos del país, de acuerdo con cifras públicas de homicidios dolosos. En el noroeste de México, retomamos los casos de Chihuahua, Baja California, Sonora y Sinaloa. En el noreste, nos enfocamos en Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas; mientras del sur incluimos a Michoacán, Guerrero y Oaxaca.
Pronto se hizo evidente que estas regiones del país sufren una variedad de males, no solo caracterizados por la violencia homicida, sino también por múltiples formas de crímenes y oprobios contra la población y, sobre todo, contra segmentos específicos como las mujeres, los pobres, los campesinos, las minorías sexuales, y un largo etcétera. Las causas aparentes eran varias, algunas transversales en todo el país, y otras tantas propias de condiciones locales concretas. Sin embargo, el común denominador de esas sesiones fue la evidencia del trabajo de varias organizaciones y personas por hacer frente a las violencias de esos estados.
Uno de los aspectos más valiosos de aquel foro fue la constatación de que a lo largo y ancho de México existen esfuerzos cotidianos para resolver conflictos, retomar el espacio público, denunciar y resistir injusticias y mejorar las condiciones de miles de comunidades que han sido desgarradas por la violencia, la intimidación de criminales y la indolencia o incompetencia de las autoridades. Este libro que tiene en sus manos es un esfuerzo por dejar constancia de esas experiencias. La idea es dar a conocer algunos de los esfuerzos de los sembradores de paz del país; de esos hombres y mujeres que han hecho de sus vidas, voluntariamente o no, una carrera en contra del olvido y a favor de la justicia.
Los textos que se incluyen en este volumen presentan las visiones y experiencias de diez sembradores de paz. A cada uno se le pidió resumir su visión sobre la violencia en su comunidad o región, explicar cuáles son las causas y las acciones de mitigación posibles y, no menos importante, cuáles son las carencias y los retos que enfrenta en su trabajo. Cada uno de estos textos, por tanto, da cuenta no únicamente de los problemas, sino también de los esfuerzos por enfrentarse y reponerse ante los mismos. Incluyen también una crítica honesta y abierta del papel de los ciudadanos, las autoridades y las instituciones públicas. Son estampas que nos permiten entender las diferencias y los esfuerzos e innovaciones a favor de la paz en el país.
Reconocidos periodistas y escritores escribieron semblanzas biográficas de cada uno de los sembradores de paz, con el propósito de permitirnos saber más acerca de las circunstancias y la importancia social y comunitaria de su vida y su trabajo. También se incluyeron las reflexiones de tres académicos que participaron en el foro original en el Senado.
Estos textos se complementaron con fotografías editadas por el fotógrafo y artista Diego Berruecos. Bajo la coordinación de Berruecos, talentosos fotógrafos retrataron a cada uno de nuestros sembradores de paz, en sus lugares de origen o durante visitas a la Ciudad de México. Además, se comisionaron tres ensayos fotográficos para introducir de manera gráfica e íntima las condiciones sociales en cada una de las tres regiones. Sin caer en la crudeza, el trabajo de Dominic Bracco en el noroeste, Mauricio Palos en el sur y Eunice Adorno en el noreste busca transmitir la emoción de responder a la violencia en México, reto estético que resolvieron finamente.
La paz se construye con acciones concretas, pero, sobre todo, con voluntad e imaginación. Esperamos que este trabajo sirva para inspirar a muchos más a emprender acciones a favor de la paz que tanto necesita este país.